La llegada de Monito

Hoy me acorde de ti, de tu llegada a casa después de estar algunas semanas en incubadora, recordé la angustia de mi hermana, sus suplicas de que le dijera la verdad si su niña tenia algún problema, hasta que la tranquilizaba y le decía “esta bien, mama ya ha ido a verla, pronto saldrá del hospital”, llegaste con tu cara redonda y tus ojos grandes, siempre te veíamos extraña pero no sabíamos a que se debía, hasta que notamos tu falta de cabello, de cejas y pestañas, con razón te comparábamos con un muñeco y te apodamos “monito”, te acuerdas cuando a tu año y medio cantabas la canción de Hombres G y coreabas “Venecia, Venecia” o aquella tarde en que comenzamos un juego de “Cae, cae, monito” y te dejabas caer de espaldas, hasta que un día te diste un buen cocazo.

Recordé tu primer diente, recordé tus primeros pasos, recordé tu inicio de clases, recordé al llegar a casa después del colegio y lo primero era ir a verte y preguntarles a mis hermanas que monería habías hecho, recordé cuidarte, vestirte y jugar contigo.

Contigo aprendimos a cambiar pañales y por cierto no aprendimos bien, porque algunas veces te levantábamos y el pañal se quedaba en el piso, te vi crecer, escuche tus suplicas cuando pedías un hermanito y cuando por fin lo tuviste y tu hermano Heber te tutaneaba, le reclamabas a tu mama: “porque me hiciste caso, yo no sabia lo que pedía”, soy feliz por ser tu tía, por dejarme participar en cada momento significativo de tu vida, ahí estuve a tu lado en tu graduación, me permitiste acompañarte en tu boda y pude compartir contigo el feliz nacimiento de tu bebe. Hoy te quiero abrazar y te quiero decir, te quiero Mina, Feliz cumpleaños mi niña.